Una vez, siendo yo muy joven, cuando empezaba a dar clases me encontré con que tocaba dar a Rubens y con alguien que me confesó odiarle con toda su alma por asociarlo a recuerdos familiares siniestros. Era algo visceral lo que tenía contra él. Guerra a muerte a Rubens. Bueno, el caso es que había que darlo e hice lo que pude. Novato perdido no creo que fuera nada bueno o por lo menos nada excepcional. El caso es que la Navidad siguiente me llegó esta felicitación de la persona a la que me he referido dándome las gracias por haberle hecho ver a Rubens de otra manera y por enseñarle a apreciarlo. Aquello me dio una enorme confianza en mí mismo que hace que conserve aún la felicitación y que quiera compartirla ahora que, junto a tantas otras cosas, la autoconfianza se ha ido esfumando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario