Felipe trigo se ganó el pan, perdón por el chiste, escribiendo y, seguramente, el resto de la comida escribiendo literatura más o menos erótica, psicalíptica la llamaban más o menos. El cuento semanal y otras publicaciones subiditas de tono le dieron cierta popularidad aunque hoy ya olvidada. Sin embargo, no era sólo un escritor erótico ni mucho menos, escribió ensayos y novelas en las que dejaba ver su visión regeneracionista del país como Jarrapellejos, convertida hace unos años en película. Uno de esos hombres que caen en el olvido injustamente como tantos, especialmente en el siglo XX.
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